Sitios web y boletines de noticias sobre el mercado del arte los hay innumerables, así que he preferido iniciar esta página con al arte del mercado. De mi reciente paseo por Madrid, aunque haya recorrido varias exposiciones, prefiero compartir algunas fotos, que si bien no acabarán en un museo, tampoco, pese a que algunas tengan que ver con el condumio, serán pasto de marchantes.
En el mercado de San Antón
Las primeras instantáneas las he captado en el Mercado de San Antón, al que rodean las calles de Augusto Figueroa, Barbieri y Libertad. Los artistas son los fruteros y pescaderos de esa plaza del mismo barrio madrileño donde nació Enrique Jardiel Poncela. De su muerte se han cumplido 60 años hace tan sólo dos semanas. Al final de mi paseo he adquirido casualmente un libro suyo que me ha traído a las mientes su memoria.
Pero empezaremos la crónica por el arte de los puestos del mercado. Algo así como un testimonio de “ready made” perecederos.
En los puestos de San Antón, un batallón de hortalizas se alinea en orden de parada
Mientras los carabineros, bien uniformados, montan guardia en la pescadería
Todos ellos bajo el mando de un Virrey que luce una cota de malla deslumbrante y pasa revista a sus huestes con su ojo panóptico
Por el Jardín Botánico
Dos horas duró la etapa siguiente del paseo, pero se consumieron sin sentirlo por las veredas del Botánico. De este refugio apacible que nos legó la Ilustración no puedo decir nada que no sepamos ya gracias al blog “Arte en Madrid”. Estas modestas fotos las dedico a su editora, Mercedes Gómez.
Una de las fuentecillas o ‘fontines’, de cuya restauración nos habló hace poco
La línea impecable de sus sequoias
La floración de su almendro
Y el ramaje desnudo y espléndido del olmo.
Puede que no me creáis -mi mujer fue testigo-, pero a pesar de andar tras él con toda la cautela posible no logré fotografiar a un inquieto conejo que correteaba por sus parterres.
y ello ante las mismas narices de Don Mariano Lagasca y Segura, que fue dos veces director del Jardín Botánico.
Recordando a Enrique Jardiel Poncela en la cuesta del Moyano
Acabamos el paseo por Madrid en la cuesta del Moyano (calle Claudio Moyano), lugar de algunos de mis recuerdos y hallazgos bibliófilos, que hoy añade el encanto de estar cerrada al tráfico.
Por una de esas casualidades de la vida, no sólo habíamos recorrido la calle de Augusto Figueroa (antaño calle del Arco de Santa María), donde nació Jardiel Poncela, sino que en una caseta del Moyano di con un librito suyo, que había leído hace ya muchos años cuando formaba parte de la biblioteca de mi padre. Luego lo perdí de vista y ahora lo he adquirido en muy buen estado. Me trae recuerdos.
“Para leer mientras sube el ascensor” lo publicó en Madrid la editorial Aguilar en la colección Crisol en 1958.
(esta foto proviene de http://jardielponcela.blogspot.com/)
Enrique Jardiel Poncela falleció el 18 de febrero de 1952
Su epitafio reza así: “Si buscáis los máximos elogios, moríos”:
http://elblogdejardielponcela.blogspot.com/2012/02/si-buscais-los-maximos-elogios.html
Tengo un recuerdo que tiene que ver con su obra, es la representación de “Los habitantes de la casa deshabitada”, allá por los años cincuenta en el Teatro Infanta Beatriz de Madrid. Me llevó mi abuela cuando yo vestía pantalón corto. Recuerdo que acabé escondiéndome aterrorizado entre las butacas. Aunque la obra ponía en solfa las obras que pretenden infundir pavor, a mis pocos años se me escapaba la ironía y sólo me quedaba el miedo.
Además de escritor de ingenio inacabable, Jardiel Poncela fueun excelente dibujante de género humorístico. He aquí su Sherlock Holmes en “los asesinatos incongruentes del castillo de Rock”.
De la crónica que lleva el título “Mis viajes a Estados Unidos” he extraído algunos párrafos.
Aunque los protagonistas y la escena sean de 1932, lo que narra sigue ocurriendo con otros actores y en numerosos lugares.
La postal de época representa al “Franconia”, otro transatlántico de la misma naviera del “Samaria”, buque muy parecido de la Cunard Line, del que desembarcó en Nueva York Jardiel Poncela.
La opinión de Mistress Miller
…
- ¿Qué es aquello? –le pregunto, señalando a la islita donde está la estatua.
- Ellis Island –contesta.
- ¿Y aquel edificio que se ve al pie de la estatua?
- Aquello es un presidio –vuelve a responder la rusa-. Un presidio destinado a los que no han cometido delito alguno, pues a Ellis Island es adonde van a parar con sus huesos, hasta la repatriación, los viajeros a quienes las autoridades americanas no dejan desembarcar en los Estados Unidos.
Quedo sin habla. Porque esperaba ver mucho en este viaje, pero este principio de encontrar un presidio al pie de la estatua de la Libertad, eso supera a todo lo esperado. Y me froto las manos, encantado del porvenir que me insinúa.
…
Inmigration Department
¡Nueva York y la Inmigración! Hay combinaciones de palabras que hacen temblar, y ésta, por lo visto es una de ellas. Al menos, esperando que la Inmigración neoyorquina suba a bordo, la actitud de los pasajeros del transatlántico es exactamente igual al aspecto que ofrece un gallinero cuando la cocinera entra con el propósito de decidir qué bicho elegir para el menú. Las gallinas, quiero decir, los pasajeros, se aprietan unos contra otros en la borda: como si quisieran hacer el menor bulto posible. Se diría que algunos se agachan para esconderse debajo de los demás…
…hoy por la mañana, agrupados temerosamente en las cubiertas, con los ojos clavados en la gasolinera oficial, que se acerca al barco, los pasajeros ya no parecen los mismos de anoche. A derecha e izquierda se oyen sin cesar voces tímidas:
- Ya se acerca la Inmigración… Ya se dispone a subir la Inmigración.
Y por fin…, se oyen unas voces imperativas procedentes del mar:
- Well! Stop!
- Is all right, boy!
El motor escupe treinta explosiones lentas y se detiene, y la gasolinera oficial se pega al costado del transatlántico.
- Come on, chief…
Cinco hombres uniformados saltan a la escala del “Samaria” y entran como en terreno conquistado. Pertenecen al Inmigration Department, y son todos altísimos, tipo rascacielos, con dos ventanas en lo alto: los ojos; sólo se diferencian de los rascacielos en que llevan unos papeles debajo del brazo. Sin saber por qué nos dan mucho miedo esos papeles…
Jardiel Poncela, Enrique, “Mis viajes a Estados Unidos. III Lo difícil que es pisar el asfalto de Broadway” en Para leer mientras sube el ascensor, Madrid, Aguilar, colección Crisol, 1958, pp. 444, 447 y 449.
