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Channel: Árboles – en son de luz
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Miradas de paseante

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Luna despistada sobre Gotemburgo. Foto R.Puig

Luna despistada sobre Gotemburgo. Foto R.Puig

Hoy no me siento ni filósofo, ni poeta. Lo cual no quiere decir que no esté de ánimo peripatético. No son grandes cosas las que hoy traigo al blog. Se trata nada más que de  imágenes que han ido cayendo en mi cesta de fotos al hilo de mis paseos durante las últimas dos semanas.

Las dejó aquí prendidas por el orden en que las tomé en estos días ambidextros de noviembre.

Por el bosque de Råda Säteri

Viejos muros.Råda Säteri.Foto R.Puig.

Viejos muros. Råda Säteri. Foto R.Puig.

En Suecia hay por todas partes lo que llaman Herrgård. Ya desde el siglo XVII los propietarios de tierras enriquecidos construían estas “masiones del señor”, es decir las casas de los amos de explotaciones agropecuarias y de producción de leche y derivados.

Hoy muchas de ellas han dejado de tener esa función y para mantenerse se han reciclado como sitios de prestigio para eventos, bodas, seminarios y otras celebraciones. Muchas albergan ahora buenos restaurantes y mesones en los alrededores de las ciudades.

La Mansion señorial de Råda Säteri.Foto R.Puig.

La Mansión señorial de Råda Säteri. Foto R.Puig.

Son antiguas mansiones, amobladas al gusto de otras épocas, llenas de recuerdos y de detalles suntuarios de siglos pasados, sin perder el carácter que tuvieron de centro de una explotación agrícola y ganadera, con las instalaciones adyacentes, algunas de ellas dedicadas a la práctica de la equitación.

Caballerizas.Råda Säteri.Foto R.Puig.

Caballerizas. Råda Säteri. Foto R.Puig.

No obstante, subsisten algunas que cumplen todavía su función original de núcleo residencial de una explotación agrícola y ganadera. Salvadas las distancias, son los cortijos del norte de una clase social, la de los nobles del pueblo,  que se enriqueció y mimetizó algunos de los rasgos de la aristocracia en siglos pasados. No podían aspirar a tener un castillo, pero sí una mansión. En el siglo XX eran ya en su mayoría propiedad de la burguesía industrial.

Astrid Petzäll y su caballo blanco en Råda Säteri.

Astrid Petzäll y su caballo blanco (página web de Råda Säteri.)

 

 

De vuelta del paseo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

De vuelta del paseo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Rincón de reposo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Rincón de reposo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

La casita roja. Råda Säteri.Foto R.Puig.

La casita roja. Råda Säteri.Foto R.Puig.

La verdad es que esta casa del amo o del señor no responde a un solo tipo ni es sólo característico de Suecia y yo me estoy extendiendo demasiado.

Solamente pretendía glosar las fotos de nuestro paseo a través del bosque de una de estas casas, la herrgård de Råda Säteri (“domicilio del que manda”) cerca de Gotemburgo. De las paredes de madera de la mansión cuelgan recuerdos de visitantes ilustres, como una carta manuscrita de Albert Einstein a su anfitriona durante el viaje que efectúo por Suecia en 1923, tras la recepción del premio Nobel.

A la manera  de un hórreo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

A la manera de un hórreo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Hay noticias y restos arqueológicos que retrotraen la historia de esta granja a la Baja Edad Media. La edificación actual es de la segunda mitad del siglo XVIII.

En el bosque. Råda Säteri.Foto R.Puig.

En el bosque. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Råda Säteri.Plano de la zona protegida por Natura 2000

Råda Säteri.Plano de la zona protegida integrada en Natura 2000

Toda el área, alrededor del Rådasjön, es un parque natural protegido y forma parte de la Red Europea Natura 2000.

Atardece. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Atardece. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Los grabados franceses del siglo XIX, amarillentos y románticos, flanquean la escalera principal. Si no has reservado mesa en el restaurante de manteles blancos dentro de la mansión, o no quieres pagar tres veces más por sus detalles gastronómicos, te basta con entrar en su krog de uno de los edificios auxiliares y comer muy bien a la pata la llana en régimen de buffet a precio fijo.

Bahía del castillo de Gunnebo desde Råda Säteri.Foto R.Puig.

Bahía del castillo de Gunnebo desde Råda Säteri.Foto R.Puig.

El paseo junto al lago añade romanticismo y sensaciones otoñales a la jornada.

En los jardines de Trädgårdsförening

La Venus del jardin. Trädgårdforening. Foto R.Puig.

La Venus del jardín. Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

Lo consideramos nuestro parque del barrio y es uno de los más hermosos de Gotemburgo a un tiro de piedra de casa.

Trepadores. Foto R.Puig.

Trepadores. Foto R.Puig.

l bronce se broncea. Foto R.Puig.

El bronce se broncea. Foto R.Puig.

El viejo del parque. Trädgårdforening.Foto R.Puig.

El viejo del parque. Trädgårdsforening. Foto R.Puig.

Hay espacios y una casa para los niños, tiene un gran pabellón botánico y los canales lo rodean por dos de sus costados

La torre presumida. Trädgårdforening.Foto R.Puig.

La torre presumida. Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

La casa de los pajaritos. Trädgårdforening.Foto R.Puig.

La casa de los pajaritos. Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

Reflejos.Trädgårdforening.Foto R.Puig.

Reflejos.Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

Quedaba una hora de sol cuando nos dimos una vuelta por sus veredas para estirar las piernas.

Paseo vespertino en Trädgårdforening. Foto R.Puig.

Paseo vespertino en Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

Con ojos infantiles

Y como por Navidad vienen dos de mis nietos, estoy explorando algunos museos que aún no había visitado. En el Universeum no entré por falta de tiempo, pero no me hizo falta recorrerlo para darme cuenta de que los niños tienen ahí un mundo de maravillas y descubrimientos.

Los niños llegan al Universeum. Gotemburgo. Foto R.Puig.

Los niños llegan al Universeum. Gotemburgo. Foto R.Puig.

Basta ver la procesión continua de padres y madres con carritos y niños de la mano, dirigiéndose a sus puertas en una mañana de martes. La noria del parque de atracciones de Liseberg se perfila detrás del diplodocus longus que parece moverse a su antojo por la explanada del museo.

El Diplodocus. Universeum. Gotemburgo. Foto R.Puig.

El Diplodocus. Universeum. Gotemburgo. Foto R.Puig.

No me quedaba tiempo para la visita, pero está claro que este lugar es adecuado para encandilar la imaginación y fomentar la creatividad de los pequeños.

Navegar en sueños

En cambio, sí que pude darme una vuelta por las salas del Museo de la Navegación (Sjöfarts Museet) y de su acuario, lugar muy frecuentado por grupos escolares y familias.

En el acuario. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

En el acuario. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Los pequeños se pegan a las vitrinas del acuario para observar la fauna piscícola multicolor, tratar de descubrir la cabeza de la murena o la langosta en sus escondrijos o a los peces platiformes que se mimetizan en los fondos marinos.

Efectos en el cristal. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Efectos en el cristal. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Sjöfarts Museet. Jacob Hägg. Barcos de la nacion. Detalle.

Sjöfarts Museet. Jacob Hägg. Barcos de la nación. Detalle.

El museo fascina a los adolescentes con sus explicaciones de fabulosas rutas marinas, reproducciones de tamaño real del interior de los bajeles y todos los modelos inimaginables de barcos.

El ramillete de proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

El ramillete de proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Pero es la sala en penumbra de los mascarones de proa la que más gente menuda atrae y fascina. Bueno, no sólo a ellos, pues yo no puedo evitar que estas rudas fisionomías me hipnoticen un poco.

Mascarones de proa.Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Mascarones de proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Magia. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Magia. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Incluso hubo navieros que plantaron su efigie de jefe de oficina en la proa de sus naves.

El dueño en la proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

El dueño en la proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

En fin, que mi programa de Navidad se va llenando y si tuviéramos la suerte de que la ciudad se cubra de nieve, podríamos subir a tomar un smörgås en una de las cafeterías en lo alto de sus torres, para contemplar  Gotemburgo bajo un manto blanco.

Torres trillizas. Gotemburgo. Foto R.Puig.

Torres trillizas. Gotemburgo. Foto R.Puig.



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