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Channel: Árboles – en son de luz
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Ciudad verde, ciudad de pinos

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Roma ciudad verde

La capital de Italia es la ciudad de Europa con más espacio público verde. Cuenta con más de 300.000 árboles, de los cuales la mitad en las calles. En total son 87.000 hectáreas de verde, lo que equivale al 68 % del territorio de la ciudad. Cuando se pasea por Roma, se encuentran árboles por doquier, así como pequeños y grandes parques por todos los barrios.

Es difícil que hagas una foto sin que aparezcan las colinas boscosas,  los árboles o sus ramas. Resulta muy agradable, aunque en contrapartida numerosas aceras están llenas de grietas y ondulaciones producidas por las raíces. En ocasiones el espacio entre el tronco o el alcorque y el borde de la acera o el muro es muy exiguo. Hacer accesibles a las sillas de ruedas las aceras de Roma, cuando aceras hay o no están invadidas por los motorini y los coches, es un desafío imposible.

Pero aunque Roma tiene una gama muy amplia de parques, jardines y zonas verdes, si preguntas a un romano de qué especie es el árbol que tiene delante de la ventana de su casa lo más probable es que le pongas en un aprieto. En descargo, diremos que lo mismo le pasaría a un madrileño (por el contrario, es sorprendente los conocimientos sobre árboles, plantas y flores que tienen los suecos).

¿Cómo se ‘fabrica’ un pino romano?

Observando los abundantísimos y característicos pinos de Roma, inmortalizados en la imaginativa obra musical de Ottorino Respighi, donde hasta se escucha el canto real de un ruiseñor, he acabado por preguntarme cómo han hecho los jardineros para que al cabo de treinta, cuarenta, cincuenta años, o más, los pinos romanos adquieran esa esbeltez y esas copas, con auténtica forma de copa y hasta de melena de caballero del renacimiento.

Francamente, no he conseguido ninguna referencia o publicación al respecto, pero voy a arriesgar el resultado de mis observaciones, a falta de consultar a un jardinero romano en cuanto se me ponga a tiro.

Pienso que el proceso ha de ser algo así:

1) Pódense todas las ramas del tronco de un pino joven hasta dejar sólo dos, o máximo tres, a modo de horquilla abierta o de tres líneas armónicamente divergentes, ramas que han de ser airosas y bien orientadas.

2) A esas ramas de ‘segundo nivel’ se les aplicará el mismo método, de modo que sólo le queden a cada una de ellas al máximo otras tres ramas derivadas, que estén de nuevo orientadas de forma armónica, para que la periferia vaya adquiriendo un diseño lo más semiesférico posible.

3) Supervísese su crecimiento para que durante los siguientes años el tronco y las ramas de ‘segundo y tercer nivel’ se alcen progresivamente limpios y sin derivaciones.

4) Si se produjesen alteraciones, por ejemplo una rama que muere o se retuerce demasiado, introdúzcase una cirugía correctiva mientras se esté a tiempo; de hecho a veces se ven pinos a los que se ha cercenado una de las ramas inicialmente escogidas, incluso en avanzado estado de crecimiento, y se recomenzado con el método en los niveles siguientes.

Los pinos narcisistas de Villa Borghese

Cuando vengáis a Roma tendréis suficiente materia para una observación empírica, para así poder validar o contradecir esta hipótesis. Para entonces espero haber consultado a los jardineros de la ciudad eterna sobre lo que hay que hacer para conseguir un pino romano, si es que no es ya una cuestión botánico-genética… En caso de que no vengáis a Roma podéis probar en vuestro jardín o en la costa levantina, donde también hay pinos mediterráneos, los de Guadarrama no creo que sirvan. Eso os dará motivos para vivir longevos, pues se requieren unos añitos para comprobar el resultado.

Luna de atardecer sobre Villa Borghese



Miscelánea primaveral

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Por el barrio florece el saúco


Con la llegada de la primavera se han acumulado los temas.

Parece que a medida que brotan la hojas en los árboles las neuronas quisieran competir con un bullir de ideas y sugerencias.

He aquí un ramillete.

Tenacidad del árbol

En primer lugar algo muy simple…

Frente a mi ventana tengo las ramas de un gran plátano. Durante el invierno, salvo por el ir y venir de la pareja de tordos que lo habitan, si no fuese por los cambios de luz en su corteza el árbol parece muerto.

Y ahora, en poco más de dos semanas, ha desplegado sus hojas. De lo que apenas eran unos botones han surgido millares de pequeñas velas verdes que mece la brisa del lungotevere.   Ajena al tráfico desaforado de la avenida, la pareja de tordos sigue con su trasiego. A no mucho tardar es posible que alguna cría inicie su vuelo.

Brota un beato

Hay otros brotes primaverales en la Ciudad Eterna. Si venís por Roma a fines de este mes podréis asistir a la epifanía de un nuevo beato. Aunque acercarse a la plaza de San Pedro entre el 30 de abril y el 2 de mayo puede conllevar el peligro de asfixia en medio de una masa de un millón de peregrinos.

El beato Inocencio XI

El 2 de mayo será el beato Juan Pablo II

Por de pronto, hace dos días, se han llevado a otra zona menos transitada de San Pedro el cadáver del beato Inocencio XI, un papa del siglo XVII que ya no atrae peregrinos ni hace milagros, y han dejado preparado el espacio bajo el altar de la capilla de San Sebastián para el cadáver venerable del papa Wojtyla.  Y así hasta que dentro de otros tres siglos venga otro beato más popular a ocupar su lugar.  Sic transit gloria coeli.

Fisionomías papales

Aunque en realidad la imagen de los papas no cambia mucho, si no es porque se ha ido haciendo un poco más aparatosa con el correr de los siglos. Pero si miramos estas dos imágenes parece que no haya pasado tanto tiempo.

Así tallaban a San Clemente al inicio del siglo XIV…

El papa San Clemente, Pinacoteca de Siena, madera policromada, inicios del s.XIV, de un discípulo de Arnulfo di Cambio

Y así esculpían a Pío XI en el siglo XX…

Pío XI por Adolfo Wildt, 1926, mármol y oro, Museos Vaticanos, pinacoteca contemporánea

Y así es la triple tiara que se exhibe en el Museo de la Basílica de San Pedro…

Tiara en plata, piedras preciosas y perlas del Tesoro de San Pedro

La tiara papal tiene tres niveles, como algunas tartas de boda.   En el panfleto clandestino Julius exclusus (o sea Julio excluído del cielo) escribe Erasmo que el papa Julio II no pudo entrar en el paraíso, entre otras cosas porque no quería abandonar su tiara.  Y en los Silenos de Alcibíades ironiza de nuevo, esta vez con la tiara de los obispos (Adagios del poder y de la guerra y Teoría del Adagio, Madrid, Alianza Editorial, 2008):

Puede que hasta encuentres algún obispo que si te fijas en la solemnidad de su consagración, si observas su flamante vestimenta, su mitra resplandeciente de oro y pe­drería, su báculo, cuajado también de gemas, en suma toda esa mística panoplia que le cubre de pies a ca­beza (a capite usque ad calcem) lo contemplarás como a un ser celestial y como a un varón por encima de los hombres. Dale la vuelta al Sileno, no encontrarás sino a un guerrero, un negociante y en fin de cuentas, un tirano, y concluirás que esas magníficas insignias eran una comedia

Pero ya estoy yo desvariando, han pasado algunos siglos y los tiempos han cambiado mucho ¿O no?

En primavera, paisajes

Ahora, para oxigenarnos, he aquí una cita primaveral y una imagen de mi admirado Pierre Henri de Valenciennes.

Pierre Henri de Valenciennes, Castel Gandolfo, hacia 1796, óleo sobre papel entelado, Louvre


Réflexions et conseils à un Élève sur la Peinture et particulièrement sur le genre du Paysage, La Rochelle, Rumeur des Ages, 2005,146 pages,  pp.58-61 (la traducción es mía):

La primavera es la más agradable de las cuatro estaciones: influye en todo aquello que respira; ejerce sobre las facultades del hombre el mismo poder que sobre el fluido vegetal que reaviva todo lo que la tierra produce.

Qué sublime espectáculo para un pintor, la Naturaleza renaciente se adorna con la frescura de la juventud e insensiblemente recubre con una nueva vegetación su triste y frío esqueleto que, después de varios meses, languidecía bajo los hielos y las escarchas.

El momento más favorable para representar esta amable estación es el que sucede inmediatamente al equinoccio. La vegetación está ya más avanzada; las flores se han abierto; la atmósfera es más pura; el calor es dulce; las mañanas son más agradables, y las tardes todavía frescas.

Poussin ha sabido aprovechar esta estación para componer su Paraíso terrestre. Ese genio sublime, que no sabía de dificultades, ha dado a luz un paisaje admirable.

Nicolas Poussin, La primavera o el Paraíso terrestre, 1660-1664, Louvre

Digamos que, en la estela de Poussin y como predecesor de Corot, pintores ambos vinculados para siempre al paisaje romano, Valenciennes no desmerece de ninguno de los dos, anticipándose en cien años a los hallazgos sobre la luz y las sombras del natural tanto de Delacroix como de la escuela de Barbizon y de los impresionistas. La colección que posee el Louvre de sus más de 120 vedute al óleo y de sus cuadernos de dibujo, todos sobre tema romano e italiano, es una mina para los pintores del paisaje. Sin que falten trabajos suyos en otros museos de Francia.

Pierre Henri de Valenciennes, Roma desde el Coliseo, Pluma y tinta negra, tinta marrón acuarelada, Museo de Bellas Artes de Le Havre


Del arte del mercado y el Jardín Botánico a las casetas del Moyano y al recuerdo de Jardiel Poncela.

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Sitios web y boletines de noticias sobre el mercado del arte los hay innumerables, así que he preferido iniciar esta página con al arte del mercado. De mi reciente paseo por Madrid, aunque haya recorrido varias exposiciones, prefiero compartir algunas fotos, que si bien no acabarán en un museo, tampoco, pese a que algunas tengan que ver con el condumio, serán pasto de marchantes.


En el mercado de San Antón

Las primeras instantáneas las he captado en el Mercado de San Antón, al que rodean las calles de Augusto Figueroa, Barbieri y Libertad. Los artistas son los fruteros y pescaderos de esa plaza del mismo barrio madrileño donde nació Enrique Jardiel Poncela. De su muerte se han cumplido 60 años hace tan sólo dos semanas. Al final de mi paseo he adquirido casualmente un libro suyo que me ha traído a las mientes su memoria.

Pero empezaremos la crónica por el arte de los puestos del mercado. Algo así como un testimonio de “ready made” perecederos.

En los puestos de San Antón, un batallón de hortalizas se alinea en orden de parada

Mientras los carabineros, bien uniformados, montan guardia en la pescadería

Todos ellos bajo el mando de un Virrey que luce una cota de malla deslumbrante y pasa revista a sus huestes con su ojo panóptico

Por el Jardín Botánico

Dos horas duró la etapa siguiente del paseo, pero se consumieron sin sentirlo por las veredas del Botánico. De este refugio apacible que nos legó la Ilustración no puedo decir nada que no sepamos ya gracias al blog “Arte en Madrid”. Estas modestas fotos las dedico a su editora, Mercedes Gómez.

Una de las fuentecillas o ‘fontines’, de cuya restauración nos habló hace poco

La línea impecable de sus sequoias

La floración de su almendro

Y el ramaje desnudo y espléndido del olmo.

Puede que no me creáis -mi mujer fue testigo-, pero a pesar de andar tras él con toda la cautela posible no logré fotografiar a un inquieto conejo que correteaba por sus parterres.

y ello ante las mismas narices de Don Mariano Lagasca y Segura, que fue dos veces director del Jardín Botánico.

Recordando a Enrique Jardiel Poncela en la cuesta del Moyano

Acabamos el paseo por Madrid en la cuesta del Moyano (calle Claudio Moyano), lugar de algunos de mis recuerdos y hallazgos bibliófilos, que hoy añade el encanto de estar cerrada al tráfico.

Por una de esas casualidades de la vida, no sólo habíamos recorrido la calle de Augusto Figueroa (antaño calle del Arco de Santa María), donde nació Jardiel Poncela, sino que en una caseta del Moyano di con un librito suyo, que había leído hace ya muchos años cuando formaba parte de la biblioteca de mi padre. Luego lo perdí de vista y ahora lo he adquirido en muy buen estado. Me trae recuerdos.

“Para leer mientras sube el ascensor” lo publicó en Madrid la editorial Aguilar en la colección Crisol en 1958.

(esta foto proviene de http://jardielponcela.blogspot.com/)

                                                 Enrique Jardiel Poncela falleció el 18 de febrero de 1952

Su epitafio reza así:  “Si buscáis los máximos elogios, moríos”:

http://elblogdejardielponcela.blogspot.com/2012/02/si-buscais-los-maximos-elogios.html

Tengo un recuerdo que tiene que ver con su obra, es la representación de “Los habitantes de la casa deshabitada”, allá por los años cincuenta en el Teatro Infanta Beatriz de Madrid. Me llevó mi abuela cuando yo vestía pantalón corto. Recuerdo que acabé escondiéndome aterrorizado entre las butacas. Aunque la obra ponía en solfa las obras que pretenden infundir pavor, a mis pocos años se me escapaba la ironía y sólo me quedaba el miedo.

Además de escritor de ingenio inacabable, Jardiel Poncela fueun excelente dibujante de género humorístico. He aquí su Sherlock Holmes en “los asesinatos incongruentes del castillo de Rock”.

De la crónica que lleva el título “Mis viajes a Estados Unidos” he extraído algunos párrafos.

Aunque los protagonistas y la escena sean de 1932, lo que narra sigue ocurriendo con otros actores y en numerosos lugares.

La postal de época representa al “Franconia”, otro transatlántico de la misma naviera del “Samaria”, buque muy parecido de la Cunard Line, del que desembarcó en Nueva York Jardiel Poncela.

La opinión de Mistress Miller

-          ¿Qué es aquello? –le pregunto, señalando a la islita donde está la estatua.

-          Ellis Island –contesta.

-          ¿Y aquel edificio que se ve al pie de la estatua?

-          Aquello es un presidio –vuelve a responder la rusa-. Un presidio destinado a los que no han cometido delito alguno, pues a Ellis Island es adonde van a parar con sus huesos, hasta la repatriación, los viajeros a quienes las autoridades americanas no dejan desembarcar en los Estados Unidos.

Quedo sin habla. Porque esperaba ver mucho en este viaje, pero este principio de encontrar un presidio al pie de la estatua de la Libertad, eso supera a todo lo esperado. Y me froto las manos, encantado del porvenir que me insinúa.

Inmigration Department

¡Nueva York y la Inmigración! Hay combinaciones de palabras que hacen temblar, y ésta, por lo visto es una de ellas. Al menos, esperando que la Inmigración neoyorquina suba a bordo, la actitud de los pasajeros del transatlántico es exactamente igual al aspecto que ofrece un gallinero cuando la cocinera entra con el propósito de decidir qué bicho elegir para el menú. Las gallinas, quiero decir, los pasajeros, se aprietan unos contra otros en la borda: como si quisieran hacer el menor bulto posible. Se diría que algunos se agachan para esconderse debajo de los demás…

…hoy por la mañana, agrupados temerosamente en las cubiertas, con los ojos clavados en la gasolinera oficial, que se acerca al barco, los pasajeros ya no parecen los mismos de anoche. A derecha e izquierda se oyen sin cesar voces tímidas:

-          Ya se acerca la Inmigración… Ya se dispone a subir la Inmigración.

Y por fin…, se oyen unas voces imperativas procedentes del mar:

-          Well! Stop!

-          Is all right, boy!

El motor escupe treinta explosiones lentas y se detiene, y la gasolinera oficial se pega al costado del transatlántico.

-          Come on, chief…

Cinco hombres uniformados saltan a la escala del “Samaria” y entran como en terreno conquistado. Pertenecen al Inmigration Department, y son todos altísimos, tipo rascacielos, con dos ventanas en lo alto: los ojos; sólo se diferencian de los rascacielos en que llevan unos papeles debajo del brazo. Sin saber por qué nos dan mucho miedo esos papeles…

Jardiel Poncela, Enrique, “Mis viajes a Estados Unidos. III Lo difícil que es pisar el asfalto de Broadway” en Para leer mientras sube el ascensor, Madrid, Aguilar, colección Crisol, 1958, pp. 444, 447 y 449.



Escrituras

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…un recorte caprichoso de lenguaje sobre el cielo, al modo de las nubes cuando entreveran sus volutas con los árboles…

…une fantasque/Découpe du langage sur le ciel,/ Ainsi nuées et arbres quand ils mêlent/Leur fumées…

Yves Bonnefoy, La voix lointaine, Les planches courbes, Poésie/Gallimard, 2001

Algún día todos nuestros escritos serán tenues como líquenes y nuestras creaciones se habrán fundido con la piedra.

Haber pasado tanto tiempo realizando los mismos gestos y tachando las mismas palabras sin agotar su sentido me ha enseñando a no esperar del lenguaje más que confesiones sin importancia. En él no busco ya, como antes, mi corazón o el sentido último de la vida, aunque ahora espero sin impaciencia que me conceda un poco de claridad. La suavidad de un atardecer estivo inunda a veces mi cuarto cuando escribo. Me envuelve con otro cuerpo, más ligero, más luminoso, como si yo penetrase furtivamente en el misterio de mi propia substancia tal como yo la imagino, liberada del agobiante peso de la carne, apenas algunos segundos después de morir. Nada me es más precioso que este tiempo de asueto y turbación que me concede lo que para nada le he pedido, como si la última vocación del lenguaje no fuese en definitiva más que la de poner en hora el íntimo reloj de quien ya nada sabe de su propia vida.

A menudo sentimos que las cosas escriben sobre una hoja tan amplia como el mundo

Cuando levanto los ojos de la página en blanco, observo a veces la ventana. Su marco rectangular encierra una imagen pintada que no representa nada real, sino sólo formas, volúmenes, líneas, contrastes o armonías de colores que no puedo interpretar: una obtusa réplica a estas páginas, a su esfuerzo, a su grandilocuencia y su vanidad.

Yo no sé, no comprendo. Todo lo que me es precioso sigue siendo un enigma.

Jean-Michel Maulpoix. Du lyrisme. Paris, Ed.José Corti, 2000, pp. 431-432.

(las traducciones y los pies de foto son del autor del blog)

Cuando surgen los brotes, en la savia del árbol anida ya el anhelo de reescribir el cielo


El árbol desollado

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El árbol desollado

Algo huye

En este atardecer

En que vibran

Los árboles

Y en el cielo

Hay un pálido rescoldo

Que ya no arde

 

Algo se fuga

Escapa de la piel

Del hombre

Irradiaciones

Filtraciones centrífugas

Filamentos sin hojas

Pensamientos sin término

 

Algo se quiere ir

Del árbol desollado

Chillidos

Frecuencias insonoras

A las que nadie acoge

En esta tarde ciega

Tendida hacia el invierno

Ramón Puig, Gotemburgo, noviembre 2012

      


Miradas de paseante

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Luna despistada sobre Gotemburgo. Foto R.Puig

Luna despistada sobre Gotemburgo. Foto R.Puig

Hoy no me siento ni filósofo, ni poeta. Lo cual no quiere decir que no esté de ánimo peripatético. No son grandes cosas las que hoy traigo al blog. Se trata nada más que de  imágenes que han ido cayendo en mi cesta de fotos al hilo de mis paseos durante las últimas dos semanas.

Las dejó aquí prendidas por el orden en que las tomé en estos días ambidextros de noviembre.

Por el bosque de Råda Säteri

Viejos muros.Råda Säteri.Foto R.Puig.

Viejos muros. Råda Säteri. Foto R.Puig.

En Suecia hay por todas partes lo que llaman Herrgård. Ya desde el siglo XVII los propietarios de tierras enriquecidos construían estas “masiones del señor”, es decir las casas de los amos de explotaciones agropecuarias y de producción de leche y derivados.

Hoy muchas de ellas han dejado de tener esa función y para mantenerse se han reciclado como sitios de prestigio para eventos, bodas, seminarios y otras celebraciones. Muchas albergan ahora buenos restaurantes y mesones en los alrededores de las ciudades.

La Mansion señorial de Råda Säteri.Foto R.Puig.

La Mansión señorial de Råda Säteri. Foto R.Puig.

Son antiguas mansiones, amobladas al gusto de otras épocas, llenas de recuerdos y de detalles suntuarios de siglos pasados, sin perder el carácter que tuvieron de centro de una explotación agrícola y ganadera, con las instalaciones adyacentes, algunas de ellas dedicadas a la práctica de la equitación.

Caballerizas.Råda Säteri.Foto R.Puig.

Caballerizas. Råda Säteri. Foto R.Puig.

No obstante, subsisten algunas que cumplen todavía su función original de núcleo residencial de una explotación agrícola y ganadera. Salvadas las distancias, son los cortijos del norte de una clase social, la de los nobles del pueblo,  que se enriqueció y mimetizó algunos de los rasgos de la aristocracia en siglos pasados. No podían aspirar a tener un castillo, pero sí una mansión. En el siglo XX eran ya en su mayoría propiedad de la burguesía industrial.

Astrid Petzäll y su caballo blanco en Råda Säteri.

Astrid Petzäll y su caballo blanco (página web de Råda Säteri.)

 

 

De vuelta del paseo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

De vuelta del paseo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Rincón de reposo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Rincón de reposo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

La casita roja. Råda Säteri.Foto R.Puig.

La casita roja. Råda Säteri.Foto R.Puig.

La verdad es que esta casa del amo o del señor no responde a un solo tipo ni es sólo característico de Suecia y yo me estoy extendiendo demasiado.

Solamente pretendía glosar las fotos de nuestro paseo a través del bosque de una de estas casas, la herrgård de Råda Säteri (“domicilio del que manda”) cerca de Gotemburgo. De las paredes de madera de la mansión cuelgan recuerdos de visitantes ilustres, como una carta manuscrita de Albert Einstein a su anfitriona durante el viaje que efectúo por Suecia en 1923, tras la recepción del premio Nobel.

A la manera  de un hórreo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

A la manera de un hórreo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Hay noticias y restos arqueológicos que retrotraen la historia de esta granja a la Baja Edad Media. La edificación actual es de la segunda mitad del siglo XVIII.

En el bosque. Råda Säteri.Foto R.Puig.

En el bosque. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Råda Säteri.Plano de la zona protegida por Natura 2000

Råda Säteri.Plano de la zona protegida integrada en Natura 2000

Toda el área, alrededor del Rådasjön, es un parque natural protegido y forma parte de la Red Europea Natura 2000.

Atardece. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Atardece. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Los grabados franceses del siglo XIX, amarillentos y románticos, flanquean la escalera principal. Si no has reservado mesa en el restaurante de manteles blancos dentro de la mansión, o no quieres pagar tres veces más por sus detalles gastronómicos, te basta con entrar en su krog de uno de los edificios auxiliares y comer muy bien a la pata la llana en régimen de buffet a precio fijo.

Bahía del castillo de Gunnebo desde Råda Säteri.Foto R.Puig.

Bahía del castillo de Gunnebo desde Råda Säteri.Foto R.Puig.

El paseo junto al lago añade romanticismo y sensaciones otoñales a la jornada.

En los jardines de Trädgårdsförening

La Venus del jardin. Trädgårdforening. Foto R.Puig.

La Venus del jardín. Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

Lo consideramos nuestro parque del barrio y es uno de los más hermosos de Gotemburgo a un tiro de piedra de casa.

Trepadores. Foto R.Puig.

Trepadores. Foto R.Puig.

l bronce se broncea. Foto R.Puig.

El bronce se broncea. Foto R.Puig.

El viejo del parque. Trädgårdforening.Foto R.Puig.

El viejo del parque. Trädgårdsforening. Foto R.Puig.

Hay espacios y una casa para los niños, tiene un gran pabellón botánico y los canales lo rodean por dos de sus costados

La torre presumida. Trädgårdforening.Foto R.Puig.

La torre presumida. Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

La casa de los pajaritos. Trädgårdforening.Foto R.Puig.

La casa de los pajaritos. Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

Reflejos.Trädgårdforening.Foto R.Puig.

Reflejos.Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

Quedaba una hora de sol cuando nos dimos una vuelta por sus veredas para estirar las piernas.

Paseo vespertino en Trädgårdforening. Foto R.Puig.

Paseo vespertino en Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

Con ojos infantiles

Y como por Navidad vienen dos de mis nietos, estoy explorando algunos museos que aún no había visitado. En el Universeum no entré por falta de tiempo, pero no me hizo falta recorrerlo para darme cuenta de que los niños tienen ahí un mundo de maravillas y descubrimientos.

Los niños llegan al Universeum. Gotemburgo. Foto R.Puig.

Los niños llegan al Universeum. Gotemburgo. Foto R.Puig.

Basta ver la procesión continua de padres y madres con carritos y niños de la mano, dirigiéndose a sus puertas en una mañana de martes. La noria del parque de atracciones de Liseberg se perfila detrás del diplodocus longus que parece moverse a su antojo por la explanada del museo.

El Diplodocus. Universeum. Gotemburgo. Foto R.Puig.

El Diplodocus. Universeum. Gotemburgo. Foto R.Puig.

No me quedaba tiempo para la visita, pero está claro que este lugar es adecuado para encandilar la imaginación y fomentar la creatividad de los pequeños.

Navegar en sueños

En cambio, sí que pude darme una vuelta por las salas del Museo de la Navegación (Sjöfarts Museet) y de su acuario, lugar muy frecuentado por grupos escolares y familias.

En el acuario. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

En el acuario. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Los pequeños se pegan a las vitrinas del acuario para observar la fauna piscícola multicolor, tratar de descubrir la cabeza de la murena o la langosta en sus escondrijos o a los peces platiformes que se mimetizan en los fondos marinos.

Efectos en el cristal. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Efectos en el cristal. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Sjöfarts Museet. Jacob Hägg. Barcos de la nacion. Detalle.

Sjöfarts Museet. Jacob Hägg. Barcos de la nación. Detalle.

El museo fascina a los adolescentes con sus explicaciones de fabulosas rutas marinas, reproducciones de tamaño real del interior de los bajeles y todos los modelos inimaginables de barcos.

El ramillete de proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

El ramillete de proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Pero es la sala en penumbra de los mascarones de proa la que más gente menuda atrae y fascina. Bueno, no sólo a ellos, pues yo no puedo evitar que estas rudas fisionomías me hipnoticen un poco.

Mascarones de proa.Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Mascarones de proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Magia. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Magia. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Incluso hubo navieros que plantaron su efigie de jefe de oficina en la proa de sus naves.

El dueño en la proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

El dueño en la proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

En fin, que mi programa de Navidad se va llenando y si tuviéramos la suerte de que la ciudad se cubra de nieve, podríamos subir a tomar un smörgås en una de las cafeterías en lo alto de sus torres, para contemplar  Gotemburgo bajo un manto blanco.

Torres trillizas. Gotemburgo. Foto R.Puig.

Torres trillizas. Gotemburgo. Foto R.Puig.


De mis alrededores (I)

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Mis alrededores. Foto R.Puig

Mis alrededores. Foto R.Puig

Para Marie, a modo de bienvenida

Es sin duda el momento de pensar

que el hecho de estar vivo exige algo,

acaso heroicidades –¿o basta, simplemente,

alguna humilde cosa común

cuya corteza de materia terrestre

tratar entre los dedos, con un poco de fe?

Palabras, por ejemplo.

Palabras de familia gastadas tibiamente.

 

Jaime Gil de Biedma

 

(última estrofa del poema Arte poética que dedicó a Vicente Aleixandre en Compañeros de viaje, Barcelona, Joaquim Horta, 1959)

De estos días tan benignos de dulces grados celsius en Levante, cuando hoy el viento ha cambiado y anuncian que las lluvias que el campo necesita nos han de equiparar levemente a los paisanos del norte de España -por no hablar de los sufridos inundados de Inglaterra- recupero algunas humildes cosas comunes que, sin grandes pretensiones, acompaño de palabras.

Al hilo de la primera imagen, comienzo por un son que me devuelve a los guateques de mi lejana adolescencia en las Navas de Riofrío.

Lemon tree very pretty. Foto R.Puig

Lemon tree very pretty. Foto R.Puig

 

Lemon tree very pretty and the lemon flower is sweet

But the fruit of the poor lemon is impossible to eat.

Lemon tree very pretty and the lemon flower is sweet

But the fruit of the poor lemon is impossible to eat

Peter, Paul & Mary

http://www.youtube.com/watch?v=RGtx1gYOxYI#t=40

No lejos del limonero, por las calles cercanas, otro modesto árbol. ¿Se animará alguien a componerle una canción al mandarino?

Pentagrama. Foto R.Puig

Pentagrama. Foto R.Puig

Una pista: los mandarinos escriben sus notas en naranja menor sobre una melodía de amarillos en sol mayor

Mandarina. Foto R.Puig

Mandarina. Foto R.Puig

A poca distancia los arpegios de oro se trasforman en hilos de una alfombra mágica

Tapiz. Foto R.Puig

Tapiz. Foto R.Puig

Siguiendo con mi paseo, descubro una solitaria flor de jazmín que baila sobre un muro. Tiene cinco pétalos ¿me traerá suerte? o ¿será que siempre tienen cinco? ¡Me da lo mismo! ¡sentir su aroma en febrero no deja de ser una suerte!

Jazmin de cinco pétalos. Foto R.Puig

Jazmín de cinco pétalos. Foto R.Puig

La calidez de estos primeros meses del año ha despistado como siempre a los almendros

Serán almendras. Foto R.Puig

Serán almendras. Foto R.Puig

y a las palmeras les tocó el turno de la poda, aunque a esta no le ha hecho mucha gracia

Enfurruñamiento. Foto R.Puig

Enfurruñamiento. Foto R.Puig

¡Paciencia! Con el tiempo, tantos años de podas producen enigmáticas geometrías

Fractales. Foto R.Puig.

Fractales. Foto R.Puig.

Y las más afortunadas, al alcanzar su edad esbelta, saludarán con sus penachos, cuando se alce, a la luna

Conversacion. Foto R.Puig

Conversación. Foto R.Puig

Hay quienes no agitan ramos ni se doblegan ante nadie

Los intocables. Foto R.Puig

Los intocables. Foto R.Puig

Finalmente, ya que hemos empezado con música, acabemos con un capricho

Mimosa. Foto R.Puig

Mimosa. Foto R.Puig

 

 


Viejos, pero no secos.

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Nocturno invernal en Gotemburgo. Acrilico sobre lienzo. R.Puig

Nocturno invernal en Göteborg (120 x 100 cm). Acrílico sobre lienzo. R.Puig

Pasito a paso el invierno se despide y se acerca la primavera y con ella, aquello que por antonomasia simboliza: la esperanza; es la segunda de las teologales y probablemente la virtud más a menudo defraudada (no sé qué dirán de ello mis amigos sociólogos).

No obstante, por algunas sierras benditas, la primavera ya lleva semanas floreciendo

Febrero en Benimaurell. Foto R.Puig

Febrero en Benimaurell. Foto R.Puig

pero, en Gotemburgo los brotes son todavía tímidos

Brotes de Gotemburgo. Foto R.Puig

Brotes de Gotemburgo. Foto R.Puig

Esperar con el poeta

Así que mejor será mirar a nuestro inmediato futuro estacional con los ojos de la poesía. Hay versos que de algún modo expresan lo que sentimos, cuando, contra la dura tozudez de las evidencias, nos atrevemos a esperar. 

Muchos se acordarán de aquel poema, la oda a un olmo seco, con el que nuestros profesores también esperaban despertarnos a la poesía. Los que vamos siendo viejos lo descubrimos durante los años de la posguerra española (época de verdad seca).

No puedo atestiguar que se leyese a Antonio Machado en todas las aulas de aquel tiempo, pero en la nuestra sí que se estudiaban sus versos. Aunque me temo que no todas sus obras ni toda su vida, de modo que no podíamos sospechar, adolescentes ignaros, que por los pueblos y ciudades de España la trágica realidad de los hechos seguía negando las esperanzas machadianas.  Pese a ello, leer a Machado en el Madrid de los cincuenta, era, sin nosotros saberlo como el deseo oculto de un milagro.

Lo que no recuerdo que se nos dijera, es que, a pesar de la estrofa final de ese poema, al poeta se le murió la amada. El milagro no se operó, el olmo no reverdeció. Más aún: a Machado el fratricidio patrio les arrastró, a él y a su madre, a morir fuera de España.

Fueron dos muertes, que siguen siendo el símbolo de muchas esperanzas defraudadas, la del poeta y la de Ana Ruiz, fallecida tres días después de la muerte de su Antonio. ¿No es así que lo peor que puede ocurrirnos es que un hijo no nos sobreviva?

Sepultura de Antonio Machado y de su madre Ana Ruiz en Collioure. Foto R.Puig

Sepultura de Antonio Machado y de su madre Ana Ruiz en Collioure. Foto R.Puig

La primavera es hoy una palabra muy traída y llevada por los medios de comunicación. Vivimos tiempos de primaveras alentadas por los grandes titulares. Luego prevalecen los de siempre, los de los dogmas, los de los mitos, los de la metralla y los de las cifras, siempre las cifras.

Por el paseo de San Saturio

Pero acerquémonos con Antonio Machado, todavía en aquella primavera de 1912, al olmo de sus paseos junto al río.

Aún vive Leonor

                A un olmo seco

      Al olmo viejo, hendido por el rayo

y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo

algunas hojas verdes le han salido.

    ¡El olmo centenario en la colina

que lame el Duero!Un musgo amarillento

le mancha la corteza blanquecina

al tronco carcomido y polvoriento.

     No será, cual los álamos cantores

que guardan el camino y la ribera,

habitado de pardos ruiseñores.

     Ejército de hormigas en hilera

va trepando por él, y en sus entrañas

urden sus telas grises las arañas.

     Antes que te derribe, olmo del Duero,

con su hacha el leñador, y el carpintero

te convierta en melena de campana,

lanza de carro o yugo de carreta;

antes que rojo en el hogar, mañana,

ardas en alguna mísera caseta,

al borde de un camino;

antes que te descuaje un torbellino

y tronche el soplo de las sierras blancas;

antes que el río hasta la mar te empuje

por valles y barrancas,

olmo, quiero anotar en mi cartera

la gracia de tu rama verdecida.

    Mi corazón espera

también, hacia la luz y hacia la vida,

otro milagro de la primavera.

 

              ________

Han pasado más de cien años desde aquel poema.

Sus versos son viejos, sí, como el alma de España.

Pero siguen vivos, no están secos.

Reverdecen en cada lector que los musita.

 

Un olmo que resiste. Guadarrama. Foto R.Puig

Un olmo que resiste. Guadarrama. Foto R.Puig



Una piña y dos suspiros

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El tiempo se ha detenido en la Jarosa. Foto R.Puig.

El tiempo se ha detenido en la Jarosa. Foto R.Puig.

Dedicado a la sierra de Guadarrama y a mi viejo amigo Manolo

En estos días de setiembre, cuando los melones están dulces y en sazón, se viven los últimos calores por la sierra de Guadarrama.

Dice el refrán madrileño que “por la Virgen Melonera verano fuera”. Esa virgen es la Virgen del Puerto y en Madrid, su festividad (la Natividad) se celebra el 12 de setiembre por el distrito de la Arganzuela, no lejos del nuevo parque del Manzanares. El festejo incluye la degustación de melones y sandías, pues es la época en la que los mercados rebosan de estos frutos.

En mi caso, estos días de calor me han traído a Torrelodones. Con amigos y familiares he subido por los senderos de Guadarrama en sus vertientes de Madrid y de Segovia.

Ayer sábado, por la vertiente segoviana de la sierra, ascendemos con paso relativamente gallardo.

Caminantes provectos. Foto R.Puig.

Caminantes provectos. Foto R.Puig.

Muy cerca del pueblo de Guadarrama, en los altos que rodean el embalse de la Jarosa, el viernes pasado se disfrutaba de una paz benedictina y las aguas eran de un azul intenso.

En la orilla, fresnos.

Fresnos de la Jarosa. Foto R.Puig.

Fresnos de la Jarosa. Foto R.Puig.

Quisiera poder nombrarlas por su especie, pero, si no me ayuda algún ornitólogo, no voy a poder hacerlo. Es un placer ver sobre la roca una pareja de avecillas.

NOTA BENE:  ¡Pues sí, a fecha de 22 de setiembre me llega la ayuda de un ornitólogo de Galicia! ¡En una semana mis amigos han resuelto mi cuestión desde los bosques de Redondela! Y hemos aprendido algo nuevo.

Jabito Jablonski me informa de que estas aves deben de ser de la especie Chlidonias niger (fumarel común juvenil) o Chlidonias hybridus (fumarel cariblanco juvenil) en su periplo migratorio del fin del verano camino de África. Os sugiero que pronunciéis en voz alta los nombres latinos y sus equivalentes castellanos (es lo que hacían Flaubert  y también Jules Supervielle cuando escribían para cerciorarse de que el ritmo era el adecuado). ¿A que suena a música?

¡Chilidonias, Chilidonias..! ¡Fumarel, Fumarel..! 

¿No es emocionante saber que estos delicados animalillos están tomándose un reposo en el embalse de la Jarosa antes de acometer algunos miles de kilómetros más hacia sus cuarteles de invierno?

Avecillas de la Jarosa. Foto R.Puig.

Avecillas de la Jarosa. Foto R.Puig.

A lo lejos por encima del muro del embalse se divisa la Pedriza y su yelmo.

La Pedriza a lo lejos. Foto R.Puig.

La Pedriza a lo lejos. Foto R.Puig.

Del lado segoviano, un arroyo limpio y frío da ocasión al caminante para un refrescante baño de pies.

Aquí me bañé los pies. Foto R.Puig.

Aquí me bañé los pies. Foto R.Puig.

La luz, filtrada por las copas de los pinos, se posa sobre rocas y musgo. Brillan las hojas del helecho.

Por los bosques de Segovia. Foto R.Puig.

Por los bosques de Segovia. Foto R.Puig.

Durante la caminata del viernes por arriba de la Jarosa, guiado por mi viejo amigo Manolo, anduvimos sobre un manto de acículas o pinochas en el que reposan miles de piñas, esas obras de arte naturales que nos obsequian los pinos.

Así que se me ocurre homenajear a una de ellas.

Una piña en el bosque de Guadarrama.Foto R.Puig.

Una piña en el bosque de Guadarrama.Foto R.Puig.

Oda a una piña caída

Obra de ebanista,

nido de sombras,

palmera de pestañas,

juguete de madera,

armadillo inmóvil,

frágil canasta

y seca cosecha.

Un ignoto tornero

paciente te talló

para vivir en alto

besada por la nieve,

campana silenciosa

que mece el viento helado.

Un día tu pedúnculo

se quebró ya cansado

y sin ruido caíste

sobre el humus del bosque

para que un rayo de sol

te señale a mis ojos

te destaque entre miles

y te bote aquí sola

como arca modesta

por las redes del éter.

Me hubiese gustado componer una melodía para acompañar mi oda improvisada al menos con un fondo de guitarra, pero esas destrezas figuran como pendientes en una lista de actividades para mi siguiente reencarnación.

De todos modos nos quedan otros recursos pulmonares…

Suspiros de España

He visto en este final de verano cosas que tienen que ver con la traída y llevada marca España. Algunas se prestan al suspiro y más que un pasodoble parecen exigir una saeta.

Primer suspiro

No es que quiera contribuir al clima de desesperanza que me dejan los noticieros de televisión y las páginas de la prensa, pero es que al abrir la ventana y observar el skyline de este Torrelodones en el que viví cuatro años, me golpea la estupidez y agresiva arrogancia de unas edificaciones que anteriores consistorios han permitido perpetrar en las cercanías de la torre medieval que da nombre al lugar.

Skyline de Torrelodones. Foto R.Puig.

Skyline de Torrelodones. Foto R.Puig.

No consideraban suficientemente dañado el territorio de esta municipalidad con un urbanismo desafortunado, sino que tenían que corromper sin piedad su  paisaje más característico con un chalet de varias plantas y con los tejados de pizarra de unos adosados que cercan inmisericordes y horteras la línea del monte y el perfil de la torre.

Segundo suspiro

En el diario Metro de Gotemburgo, con el que cada día se desayunan en el metro, el autobús o el tranvía miles de suecos, no se suele hablar mucho de España, al menos de lo que no sea escándalos de corrupción de la cosa pública, de su gobierno y de sus estratos dirigentes.

Pues bien, unos días antes de venir a la patria, una de las noticias más importantes de nuestra vida nacional ocupaba un página casi entera. El acontecimiento más destacado de nuestra actualidad estival y de nuestro renombre internacional: ¡la tomatina de Buñol!

El tomate español en la prensa de Gotemburgo.

El tomate español en la prensa de Gotemburgo.

Pero no seamos severos, al menos, tras esta batalla de alimentos y de amor (a la que aluden los titulares del diario) las agencias de viaje contabilizan sus beneficios, las calles se limpian y ¡a otra cosa mariposa!

Aunque no podemos por desgracia limpiar con agua a presión y escobones los desaguisados urbanísticos de Torrelodones.

La marca España en los últimos tiempos parace definirse bien con aquello de “¡aquí hay tomate!”

Urbanismo medieval

Sin embargo, como no quiero acabar con tristezas y batallas hortifrutícolas diré que la marca España (aunque no se hable de ello en los diarios suecos) es también Pedraza y la cuidadosa atención con la que se restauró y se mantiene.

Ventana en Pedraza. Foto R.Puig

Ventana en Pedraza. Foto R.Puig

Ahí estuvimos ayer.

Castillo de Pedraza. Foto R.Puig.

Castillo de Pedraza. Foto R.Puig.

Deambular por esta villa antes de que los turistas del fin de semana hayan salido de sus restaurantes de comida castellana tradicional para invadir sus calles nos depara la satisfacción de los aciertos constructivos del pasado.

Fuente en Pedraza. Foto R.Puig

Fuente en Pedraza. Foto R.Puig

Casona en Pedraza. Foto R.Puig

Casona en Pedraza. Foto R.Puig

Final con paisaje

Desde la carretera que nos lleva de retorno a Torrelodones por el puerto de Navacerrada, antes de pasar por La Granja de San Ildefonso, avisto una montaña de mi infancia.

Cierro este artículo con el perfil inconfundible de La mujer muerta.

La montaña de la Mujer Muerta. Foto R.Puig.

La montaña de la Mujer Muerta. Foto R.Puig.


Sin pena y con glorias

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Por los jardines de La Almadraba. Foto R.Puig

Por los jardines de La Almadraba. Foto R.Puig

 

Han tocado mis ojos el esplendor del mundo (Francisco Brines)

La semana se ha ido en un suspiro y, entre unas cosas y otras, sin escribir nada de serio, he llegado sin pena a hoy domingo, aunque transitoriamente cojitranco.  En definitiva, que he estado poco andarín.  No por ello he dejado de recoger algunas modestas glorias que al observador atento se regalan.  Son esas nimiedades las que de nuevo me permiten el cumplimiento del precepto dominical que me he marcado; como esas flores de la imagen que inicia esta crónica, que se alzan curiosas sobre sus tallos a modo de avestruces vegetales, observándome tras las vallas de un jardín de la Partida de La Almadraba.

Y la floración de los naranjos es una gloria para los ojos y los aires.

Naranjo en flor. Foto R.Puig

Naranjo en flor. Foto R.Puig

El perfume de la flor azahar se cuela por las ventanillas abiertas del coche e invita a detenerse a la vera de los bancales.

Azahar. La flor del naranjo.   Foto R.Puig

Azahar. La flor del naranjo. Foto R.Puig

Pero los limoneros me tienen despistado. Cuando ya los botones rojizos de sus flores se preparan a abrirse para competir con las del naranjo, de las ramas de un solo árbol cuelgan sus frutos maduros junto a otros verdes.

Las tres fases del limón. Foto R.Puig

Las tres fases del limón. Foto R.Puig

Cerca del mar, sobre la arena, se extiende espontáneo el Carpobrotus edulis con sus  flores moradas que, cuando abren, muestran unos pistilos de un pálido amarillo anaranjado. Es una planta humilde, que se arrastra a baja altura y persiste en sus colores de Viernes Santo, cuando hace ya días que las campanas tocaron a Gloria.

Por las orillas de La Almadraba. Foto R.Puig

Por las orillas de La Almadraba. Foto R.Puig

Junto al paseo que separa la partida de Las Rotes en Denia de las orillas rocosas del Parque Natural del Cabo San Antonio, unas discretas flores silvestres resisten frente al mar.

Por las orillas de las Rotes. Denia. Foto R.Puig

Por las orillas de las Rotes. Denia. Foto R.Puig

El panel explicativo me habla de la fauna marina, pero no de la escasa flora de roca que adorna sin pretensiones el paseo. Como no soy submarinista no podré bajar a observar los peces en directo,  así que me contento con sus imágenes.

Entre las fotos del panel me llama la atención la del mero (Cephalopholis argus)

Mero de las aguas de la Reserva del Cabo de San Antonio.

Mero de las aguas de la Reserva del Cabo de San Antonio.

y la del dentón o dentol (Dentex dentex),

Dentón de las aguas de la Reserva del Cabo de San Antonio.

Dentón de las aguas de la Reserva del Cabo de San Antonio.

ya que de ordinario sólo los veo en las pescaderías sobre un lecho de hielo.

Termino este breve recorrido con otra de las imágenes que he capturado esta semana, transcurrida sin pena… pero con glorias. Es una más de mi montaña mítica,  alzándose sobre la playa de Jávea.

El Montgó presidiendo la playa del Arenal. Jávea. Foto R.Puig

El Montgó presidiendo la playa del Arenal. Jávea. Foto R.Puig

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Nota bene:  El verso de Francisco Brines que preside esta crónica procede de La última costa (1995), en concreto de su poesía “Los espacios de la infancia”.


Sempervivum

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Sempervivum Calcareum Extra. Botánico de Leicester. Foto R.Puig -

Sempervivum Calcareum. Botánico de Leicester. Foto R.Puig

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recordando al paciente profesor que consiguió que aprobase en Aritmética

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En el Jardín Botánico de Leicester (y III)

El término latino sempervivum se puede traducir como siemprevivo, si bien en castellano nos referimos a la siempreviva. En un día frío, lluvioso y ventoso me adentré en el Jardín Botánico de la Universidad de Leicester, uno de los siete jardines botánicos de Inglaterra creados y mantenidos por universidades. Ya tuve ocasión de hablar del mismo y del de la Universidad de Oxford en estas mismas crónicas. También las universidades de Birmingham, Cambridge, Durham, Newcastle y Reading tienen el suyo. En Gran Bretaña hay hasta ciento siete jardines botánicos y arboretum repertoriados. Para poner dos ejemplos más, en España he contado ciento dieciocho y en los Estados Unidos hay más de mil. Se podría pasar una vida entera viajando de jardín botánico en jardín botánico por los cinco continentes y no se acabaría nunca.

En el Botánico con cielo encapotado. Leicester Feb.2017. Foto R.Puig

En el jardín botánico con cielo encapotado. Leicester Feb.2017. Foto R.Puig

No había pensado comenzar con estadísticas, pero es que durante la visita he sentido que me volvían a tirar de las orejas por mi incompetencia matemática. Debe de ser un trauma que guardo de cuando a los nueve años me suspendieron en junio en los exámenes de ingreso al bachillerato ¡en aritmética! Francamente puede ser que aquello decidiera mi futuro, pues a partir de aquel verano las clases particulares de matemáticas substituyeron a las de guitarra en el presupuesto de nuestra familia numerosa. Quien sabe si el mundo se perdió un gran guitarrista. No obstante, a partir de aquel verano de 1954, en el joven profesor de aquellas clases particulares de aritmética, a las que iba con mi hermano mayor, encontré un amigo, que además me ayudó a seguir aprobando, aunque fuese por los pelos, en esta materia. No he olvidado a su familia acogedora ni sus lecciones, amables y exigentes a un tiempo, en su domicilio de la calle de la Arganzuela de Madrid. Pasaron los años y Don José Catalán Lafuente es una autoridad en las ciencias del agua.

Espiral vegetal de Fibonacci. Botánico de Leicester. Foto R.Puig -

Espiral vegetal de Fibonacci. Botánico de Leicester. Foto R.Puig

No, no me estoy desviando del tema. Es que cuando yo sólo venía a disfrutar de las plantas, y de un tranquilo paseo sin complejidades, me he topado con las espirales de Fibonacci. Yo no se las podría explicar con todos sus cálculos y repercusiones, aunque reconozco que estas teorías tienen también un atractivo estético e imaginario inacabable. Claro que no sé si todas las alcachofas ni todos los ombligos humanos, por poner dos de los casos que se suelen citar, obedecen disciplinadamente a las directrices de Leonardo de Pisa (1170-1240), que así se llamaba aquel hombre obsesionado por la cría de conejos. Ya estoy viejo y no puedo ponerme a estas alturas a perfeccionar mi aritmética.

Espiral vegetal de Fibonacci.Detalle. Botánico de Leicester. Foto R.Puig -

Espiral vegetal de Fibonacci. Detalle. Botánico de Leicester. Foto R.Puig

Tampoco creo que pueda ajustar mi oído interno a los patrones que deberíamos compartir con las caracolas de tipo Nautilus

Espiral de Fibonacci. Botánico de Leicester. Foto R.Puig -

Espiral de Fibonacci. Botánico de Leicester. Foto R.Puig

Sea como sea, las siemprevivas de la sección alpestre en Leicester te hipnotizan y mucho más a quien se ponga a contar sus circunvoluciones en busca de esas mágicas sucesiones de la Naturaleza

Sempervivum Erythraeum. Botánico de Leicester. Foto R.Puig -

Sempervivum Erythraeum. Botánico de Leicester. Foto R.Puig

o a fijar su pupila en la agreste mirada devoradora de la Sempervivum Red Devil

Sempervivum Red Devil. Botánico de Leicester. Foto R.Puig

Sempervivum Red Devil. Botánico de Leicester. Foto R.Puig

Lo que si me propongo, a partir de esta visita, cuando camine por laderas alpinas, es ser muy cuidadoso y mirar bien donde pongo mis botas, no sea que hiera a alguna de estas pequeñas maravillas que nos enseñan tenacidad, paciencia y armonía

Sempervivum Arachnoideum. Botánico de Leicester. Foto R.Puig

Sempervivum Arachnoideum. Botánico de Leicester. Foto R.Puig

Tras las especulaciones de Fibonacci y el universo minúsculo de las siemprevivas, dejamos el territorio alpestre,

En el Botánico de Leicester. Vegetación de montaña. Feb.2017. Foto R.Puig

En el Botánico de Leicester. Vegetación de montaña. Feb.2017. Foto R.Puig

no sin antes admirar el empaque de algunas de las edificaciones en Revival style que hay en este Botánicocomo la Hastings House, construida en ladrillo y piedra a principios del siglo XX, y bien integrada en su entorno vegetal

Hastings House.Botánico de Leicester. Foto R.Puig

Hastings House.Botánico de Leicester. Foto R.Puig

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Las humildes invernales

Prímulas rojas. Botánico de Leicester. Feb.2017. Foto R.Puig

Prímulas rojas. Botánico de Leicester. Feb.2017. Foto R.Puig

Así llamaría yo a esas flores que aguantan bien los fríos del invierno, como las prímulas

Prímulas. Botánico de Leicester. Feb.2017. Foto R.Puig

Prímulas. Botánico de Leicester. Febrero 2017. Foto R.Puig

Prímulas blancas.  Botánico de Leicester.  Feb.2017. Foto R.Puig

Prímulas blancas. Botánico de Leicester. Febrero 2017. Foto R.Puig

o los crocus que anuncian la primavera

Florecen los crocus. Botánico de Leicester. Feb.2017. Foto R.Puig

Florecen los crocus. Botánico de Leicester. Feb.2017. Foto R.Puig

o esas otras que evocan la despedida de las nieves

Snowdrops o Galanthus. Botánico de Leicester. Foto R.Puig

Snowdrops o Galanthus. Botánico de Leicester. Foto R.Puig

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Plantación de esculturas

Como es tradición de este jardín, no faltan esculturas, algunas de ellas pertenecientes a la colección permanente, que dialogan con los árboles y plantas de su marco natural

Hybrid. Deirdre Hobbart. Botánico de Leicester. Feb.2017. Foto R.Puig

Hybrid. Deirdre Hobbart. Botánico de Leicester. Febrero 2017. Foto R.Puig

Paisaje toscano de Ken Ford. Botánico de Leicester. Foto R.Puig -

Paisaje toscano de Ken Ford. Botánico de Leicester. Foto R.Puig

Otras se exponen temporalmente

Cinis Ager & Helianthus de Jacky Nyssa y Lauren. 2014. Detalle. Botánico de Leicester. Foto R.Puig -

Cinis Ager & Helianthus de Jacky, Nyssa y Lauren. 2014. Detalle. Botánico de Leicester. Foto R.Puig

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Despedida

Ha llegado la hora de decir adiós a Leicester. Lo haremos con unas imágenes que no van a variar mucho el día en que nos toque volver de nuevo. Desde luego el viejo y arrugado sequoia no se moverá de su sitio, ni necesita adecuarse a las sucesiones de Fibonacci. Seguirá viendo pasar otras generaciones y resistirá a muchas tormentas antes de que le llegue la hora de reposar.

Sequoia. Botánico de Leicester. Foto R.Puig -

Sequoia. Botánico de Leicester. Foto R.Puig

Como tampoco estas plantas que, según dice en el plano, ya existían en los bosques neogénicos, antes de las edades del hielo. Será por ello que he de alzar la capucha del chubasquero, pues ha comenzado a neviscar.

Especímenes anteriores a la Edad del Hielo.Botánico de Leicester. Foto R.Puig

Especímenes anteriores a la Edad del Hielo. Botánico de Leicester. Foto R.Puig


Elogio de la nimiedad (VI): Calcetines

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Surgen hojas surgen flores. Foto R.Puig

Surgen hojas surgen flores. Foto R.Puig

Para mi yerno austral que ayer celebró su cumpleaños

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Mayo es el mes de las insurgencias. Aunque también podríamos hablar de surgencias. Desde mi ventana veo las ramas del árbol que alegra nuestro patio de vecindad con hojas y flores que brotan al mismo tiempo.

Con las primeras luces, entre ellas se posan dos jilgueros. No hace falta el despertador pues se hablan con sus trinos, se llaman, brincan.

La hora de los jilgueros. Foto R. Puig

La hora de los jilgueros. Foto R. Puig

Si abro con cautela la ventana puedo observarlos. Son parte de la atmósfera refrescante de los primeros días de mayo.

La hora de los jilgueros. Foto R.Puig

La hora de los jilgueros. Foto R.Puig

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Naturalmente, al comenzar el mes, por las calles de mi barrio se han escuchado otros cantos. Las flores eran banderas y las notas utopías.

Primero de mayo. Gotemburgo 2017. Foto R.Puig

Primero de mayo. Gotemburgo 2017. Foto R.Puig

Insurgencias

Pero, como decíamos al principio, mayo es un mes de insurgencias. No sólo por los orígenes legendarios de las manifestaciones del Primero de Mayo, sino también por aquella famosa representación de la revolución que fue Mayo del 68.

Más recientemente el 15M de Madrid marcó, en mayo del 2011, el inicio de los movimientos de indignados.

Pero los indignados de mi mes de mayo no han estado a esos niveles. No han tomado la calle, aunque de largos recorridos por el empedrado tengan experiencia, sino que me han sorprendido en plena calma doméstica. Quizás porque algunas lecturas están llamando mi atención más allá de los mundos humanos.

Algunas corrientes de la filosofía contemporánea exploran, además de nuestro mundo humano, otros que allende lo humano nos determinan (more than human worlds)a los que nosotros también determinamos y -¡ay!- a menudo sentenciamos.

Bueno, yo sé de alguien que me va a decir que no me pase. Pero -¡hay días, yo no sé!- hoy me ha dado por extrapolar…

Mis calcetines en formación. Foto R.Puig

Mis calcetines en formación. Foto R.Puig

Les confieso un secreto: a mis calcetines los mimo. Los lavo separadamente cada semana, sin mezclarlos con otras castas de la vestimenta, con agua templada y el detergente apropiado de ligero aroma, a mano. Me va en ello el bienestar de mis viejos pies. Se secan confortablemente ante un radiador.

Hasta hace unos días no había tenido queja. Y de repente, el levantamiento, la manifestación airada y las reivindicaciones, un lista de agravios.

El primero: ¡nos tratas peor que a tus zapatos!

Enseguida: ¡a tus zapatos les das visibilidad en el blog, a nosotros nos ignoras! ¡Es hora de que también a nosotros nos escuches! 

Y, para terminar, un pliego de reivindicaciones…

Calcetines indignados. Foto R.Puig

Calcetines indignados. Foto R.Puig

No entendía muy bien que se comparasen con todos los zapatos, yo había dialogado con un solo zapato. No tuve que enfrentarme a una marcha de zapatos. Así que esto ha sido mucho más grave. Estaban no sólo indignados, es que estaban encabritados. ¡Todo el colectivo de mis calcetines se había organizado! ¡Tanto ocuparme de ellos en grupo, que ahora ya tienen sindicato!

A la cabeza de la manifestación venían sus delegados.

Avanzadilla. Foto R.Puig

Avanzadilla. Foto R.Puig

Así pues, desplacé mi atención de los cantos de los jilgueros, de las flores y  hasta de las voces de los comités rojos que desfilaban por mi calles, para escuchar a mis sufridos obreros. Por un lado, por genuina sensibilidad social y, por otro, porque de ellos dependo para prevenir callos y juanetes.

Pido disculpas a mis lectores por descender a tales detalles. En cualquier caso podría resultarles útil mi experiencia. Para empezar, cuando un calcetín abra su boca, traten de prestarle atención.

El calcetín protesta a su modo. Foto R.Puig

El calcetín protesta a su modo. Foto R.Puig

Les diré que tras unas arduas negociaciones pudimos llegar a un acuerdo. Esta era su exposición de motivos y su lista de reclamaciones:

Bregamos en la oscuridad recluidos en los zapatos, entre la piel de tus pies y la opresión del cuero. Absorbemos tus sudores y cuando los zapatos huelen tenemos que soportarlo. Tus callos nos destrozan y tu talón nos machaca. Vivimos en una caverna, del mundo sólo tenemos ecos. Rara vez nos alcanza un rayo de sol, y, cuando en sandalias nos usas, nos atosiga el polvo de los caminos. Cuando ya viejos, hechos un siete, tus pies ya no nos quieren, acabamos en la caja de los betunes para que -¡suprema humillación!-  nos utilices para dar lustre a tus zapatos. ¡Ellos, que tanto se quejan mientras se dan la gran vida! ¡Ellos, que ven mundo, mientras nosotros hacemos kilómetros encerrados! ¡Ellos, que saltan, se divierten, patean la pelota, mientras su gozo es nuestro stress!

Por todo lo expuesto, estamos indignados y reclamamos:

  • Una entrada del blog que nos dé la debida visibilidad y reconozca nuestra importancia.
  • Un reciclaje digno. ¡No a la caja de los betunes!
  • Un cajón independiente en el armario y para nosotros solos
  • Una partida específica en tu presupuesto anual para que:
    • cambies las plantillas de los zapatos cuando estén desgastadas;
    • vayas regularmente al callista (se refieren al podólogo) a que te quite los callos;
    • no huelan los zapatos (no seas tacaño y compra un spray desodorante ad hoc);
    • uses un detergente para lanas y tejidos delicados.
  • Además:
    • que cuando llegue el buen tiempo nos seques al sol;
    • que -¡por el amor de Dios!- no nos uses con sandalias;
    • que en medio de tus largos paseos, te quites los zapatos de vez en cuando para que podamos ver el parque, las nubes, el cielo y escuchar a los pájaros.

Firmado:  el Secretario General de Calcetines Unidos Pro-activos (CUP)

No sé lo que ocurrió. ¿Acaso fue un sueño? Pero puedo asegurar que escuche estás reivindicaciones y que les prometí cumplirlas. Estampé mi firma en el convenio. De nuevo, como me ocurrió ya con los zapatos, constaté que vivimos demasiado ajenos a los objetos que nos sirven a diario, que con un poco de consideración y escucha nuestros intereses pueden encontrarse y la mayoría de las exigencias, por muy contradictorias que aparezcan, pueden reconciliarse. ¡Si hasta los zapatos y los calcetines pueden convivir!

Hoy he acercado mis calcetines limpios a la ventana abierta para que puedan oír a los jilgueros y he cumplido con la primera reclamación, es esta entrada del blog.

Calcetines reconciliados. Foto R.Puig

Calcetines reconciliados. Foto R.Puig

 


Greguerías para dos monumentos valencianos

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Ficus Macrophyla. Hojas y frutos. Foto R.Puig

Ficus Macrophylla. Hojas y frutos. Foto R.Puig

Con la llegada del otoño los jardineros de Valencia sudan recogiendo toneladas de hojas muertas y podando los árboles monumentales de sus frondosos paseos y avenidas. Las higueras australianas dan sombra y esplendor pero también dan trabajo.

Las esbeltas palmeras presumen y se pavonean. Las palmeras valencianas, ¡ah!, ellas son historia aparte…

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Greguerías

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En Valencia la palmera

tiene un alma de jirafa

.

Sueña con ser un cometa

para la noche fallera

Washingtonia robusta. Valencia. Foto R.Puig

Washingtonia robusta. Valencia. Foto R.Puig

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Sus copas son los pompones

de las trenzas de la tierra

Grupo de Washingtonia robusta. Foto R.Puig

Grupo de palmeras mexicanas o Washingtonia robusta. Valencia Foto R.Puig

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Son los mimos vegetales

de fuegos artificiales

Washingtonia robusta. Foto R.Puig

Washingtonia robusta. Valencia. Foto R.Puig

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Pero la higuera australiana

no tiene las mismas ganas

Ficus Macrophylla. Foto R.Puig

Ficus Macrophylla. Valencia. Foto R.Puig

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Ella es ancha de caderas

y no piensa en pasarelas

Raices de la higuera australiana valenciana. Foto R.Puig

Raíces de la higuera australiana valenciana. Foto R.Puig

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“Mis hojas no son delgaduchas,

son carnosas y son muchas”

Phoenix Dactylifera y Ficus Macrophyla. Foto R.Puig

Phoenix Dactylifera y Ficus Macrophylla. Valencia. Foto R.Puig

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Se repanchinga en el suelo,

a ella no le van los vuelos.

Ficus Macrophylla o Higuera Australiana. Valencia. Foto R.Puig

La conseja del olivo triste

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Olivos en andenería. Foto R.Puig

Olivos en andenería. Foto R.Puig

Sobre un huerto de olivos del Levante español sobrevuela y murmura una historia vieja. Hace tiempo, durante uno de mis paseos por esos valles secos, por donde el árbol de la aceituna, atesorando la escasa humedad que esos suelos brindan, lentamente crece, me detuve admirado ante un olivo añejo.

En la corteza de este olivo centenario me parecía ver el rostro doliente de un eccehomo.

El olivo triste. Foto R.Puig

El olivo triste. Foto R.Puig

Inquiriendo por las cercanías del lugar, he llegado a saber de una leyenda oral, tan ambigua e incierta como la piel labrada de esta planta antigua. Será que en los lugares tristes donde ocurren tragedias, en los parajes severos donde suceden crímenes y donde se fija la memoria de ajustes de cuentas y venganzas, no suele faltar algún árbol austero, tan pobre y tan sufrido como sus vecindades.

Erase una vez una guerra española, tan absurda y obstinada como lo son todos los conflictos civiles. Los regios causantes nunca llegaron a batirse entre ellos, pero lo hacían por el pueblo interpuesto. Y, ya se sabe, los pueblos -¡ay!- siempre incuban motivos, inconfesables pasiones, para invocar razones para matarse, tan estultas como las de quitar o poner reyes. Aquellas guerras enfrentaron a carlistas e isabelinos sobre una gran parte de la geografía española. Hay quien aún sueña con vengar los supuestos agravios de aquellas escabechinas sucesorias.

Según la conseja de este olivo triste, por aquellos tiempos de facciones y partidas armadas, cuando el árbol no era tan viejo como ahora, cuando su corteza era más tierna y sensible, a la vera de su aún escasa sombra, hombres sombríos perpetraron un crimen horrible, dejando al huerto huérfano de sus dueños. Desde entonces, se dice, si por ese olivar alguien se aventura y en el silencio de la noche escucha atento, puede que oiga un amargo lamento.

La queja del olivo. Foto R.Puig

La queja del olivo. Foto R.Puig

Dicen que los pájaros e incluso los insectos, año a año, siglo a siglo, labran la piel de los olivos. Si es cierto, si la leyenda no es mera imaginación de viejos lugareños, puede que algunas aves fuesen testigos del horror de aquel día y de generación en generación hayan seguido imitando los ayes de los moribundos, y que en algunas noches aúnen sus chillidos al quejido del árbol.

Esta conseja tendrá o no tendrá fundamento, pero los ancianos evitan que la caída de la tarde les pille cerca de ese huerto de olivos.

La amargura del olivo. Foto R.Puig

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Para no dejarles en pena

No todos los olivos se lamentan, otros, frente a la adversidad, no pierden la sonrisa…

 

Sonreír con la alegre tristeza del olivo.

Esperar. No cansarse de esperar la alegría.

Sonriamos. Doremos la luz de cada día

en esta alegre y triste vanidad del ser vivo.

.

Me siento cada día más libre y más cautivo

en toda esta sonrisa tan clara y tan sombría.

Cruzan las tempestades sobre tu boca fría

como sobre la mía que aún es un soplo estivo.

.

Una sonrisa se alza sobre el abismo: crece

como un abismo trémulo, pero valiente en alas.

Una sonrisa eleva calientemente el vuelo.

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Diurna, firme, arriba, no baja, no anochece.

Todo lo desafías, amor: todo lo escalas.

Con sonrisa te fuiste de la tierra y del cielo.

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Miguel Hernández

“Nunc decet viridi nitidum caput impedire myrto” (Hoy conviene que la cabeza luzca coronada de verde mirto)

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Finnsmossen. Gotemburgo. Foto R.Puig

Finnsmossen. Gotemburgo. Foto R.Puig

Nunc decet aut viridi nitidum caput impedire myrto

Aut flore terrae quem ferunt solutae

.

Hoy conviene que la cabeza luzca coronada de verde mirto

o con las flores que el suelo ha liberado

(Horacio, Odas I, iv, 9-10)

Jardín botánico . Foto R.Puig

No hemos ceñido las sienes con guirnaldas de flores como nos animaba Horacio, pero ayer aprovechamos la mediada primavera para caminar unas horas por el jardín botánico de Gotemburgo, donde quienes sí que han trabajado con las flores han sido sus artesanos jardineros.

Saltarina. Jardín botánico. Gotemburgo. Foto R.Puig

Saltarina. Jardín botánico. Gotemburgo. Foto R.Puig

Pasito a paso. Jardín botánico. Gotemburgo.Foto R.Puig

Pasito a paso. Jardín botánico. Gotemburgo.Foto R.Puig

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Por el sendero japonés se llega al Arboretum asiático, donde el estanque del Finnsmossen está rodeado de árboles oriundos de las zonas templadas de Asia.

Si Cezanne anduviese por aquí. Foto R.Puig

Si Cezanne anduviese por aquí. Foto R.Puig

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Algunos de ellos existieron ya en Europa hace decenas de millones de años, lo que prueban los troncos fósiles de cryptomeria japonica (una especie de sequoia asiático)  que se han encontrado en Irlanda.

Cryptomeria japonica. Foto R.Puig

Cryptomeria japonica. Foto R.Puig

Bordeando el estanque no sólo encontramos árboles, como el serbal japonés…

Serbal Japonés. Foto R.Puig

Serbal japonés. Foto R.Puig

… sino numerosos matrimonios de pato y pata, aparentemente muy bien avenidos

Pato y pata. Foto R.Puig

Pato y pata. Foto R.Puig

Pato y pata. Foto R.Puig

Pato y pata. Foto R.Puig

Finnsmossen. Foto R.Puig

Finnsmossen. Foto R.Puig

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En los muelles de Eriksberg

Solvitur acris hiems grata vice veris et Favoni,

Trahuntque siccas machinae carinas

.

 Retornan a disipar el cruel invierno la dulce primavera y el Favonio,

y los cabrestantes arrastran las secas quillas de los barcos

(Horacio, Odas I, iv, 1-2)

Hacia el sur, al otro lado de la ría, la primavera se hace notar en los muelles de Eriksberg porque los barcos de vela han alzado sus mástiles y comienzan a aparejar.

Aparejando. Muelle de Eriksberg. Foto R.Puig

Aparejando. Muelle de Eriksberg. Foto R.Puig

Aparejando. Foto R.Puig

Aparejando. Foto R.Puig

Hay incluso los que cada año navegan por Jesús.  Dentro de poco se harán a la mar entonando cánticos y salmos.

Aparejando con Jesús. Eriksberg. Foto R.Puig

Sailing for Jesus. Foto R.Puig

Y los que además de izar velas, lanzarán sus redes.

Aparejando. Eriksberg, Foto R. Puig

Aparejando. Eriksberg, Foto R. Puig

El histórico Götheborg -¡ay!- no podrá navegar este año. Se limitará a seguir anclado como un barco museo. Por lo que se ha publicado, no efectuaron en el debido plazo la revisión técnica, la empresa anda mal de fondos, y sin esa especie de ITV de los barcos, no está autorizado a surcar los mares.

Hace unos meses se habló de que lo iba a comprar una empresa china, pero se arrepintieron. En todo caso, si vienen a Gotemburgo no dejen de visitarlo.

Aparejando. Foto R.Puig

El Götheborg. Foto R.Puig

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Y, desde luego, dense una vuelta por los senderos del jardín botánico, donde no faltan confortables bancos para alejarse del ruido y practicar el carpe diem horaciano, puesto que…

Vitae summa brevis spem nos vetat incohare longam

.

La brevedad de la vida nos impide concebir duraderas esperanzas

(Horacio, Odas I, iv, 15)

Carpe diem. Foto R.Puig

Carpe diem. Foto R.Puig


Referencias:  El texto latino de las Odas (Carminum) de Horacio procede de The Project Gutenberg EBook of Odes and Epodes, by Horace. Lo pueden encontrar aquí

(la traducción de los versos que he seleccionado es mía)

 

 


Lumbricus magnus (3): Trabajos, días y esperanzas.

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Steffan. Foto R.Puig

Para Max y Steffan, agentes del futuro de Gotemburgo.

A la Ciencia del suelo se la denomina doctamente Edafología, aunque según el diccionario de la Real Academia de la Lengua su objeto sería la naturaleza y condiciones del suelo, en su relación con las plantas. Pero hace un par de días estuve conversando con algunos de los hombres que están todos los días metidos “hasta las cejas” en ese barro que predomina en el subsuelo de Gotemburgo, y su ciencia del suelo tiene que ver no sólo con las plantas.

Hombres y barro. Foto R.Puig

Steffan y Max me explicaron amablemente el trabajo que estaban realizando, consistente en controlar que el grado de salinidad del agua que fluye entre la superficie y la enorme estación ferroviaria subterránea que se construye a 30 metros de profundidad, la del barrio de Haga, no cree problemas para la estabilidad de los suelos de la zona. Dicha estación es una de las dos que se sumarán a la estación Central de Gotemburgo como nudos ferroviarios del “enlace occidental” o “west link” (Västlänken en sueco).

Ubicación de la estación de Haga entre la Escuela de Comercio (Handelshögskolan) y el canal de Rosenlund. Fuente www5.Göteborg.se

Este trabajo de vigilancia hidro-geológica se realiza (Max es field engineer) dentro de la excavación en el terreno de barro y piedras que cubre la enorme caverna excavada en la roca para la estación de Haga.

Max. Foto R.Puig

Esa vigilancia hidro-geológica es una labor delicada, que tiene por objeto que en los trabajos en las capas de la superficie, así como en la construcción interior de la estación, de sus accesos, vías de evacuación, lucernarios exteriores y conductos de ventilación, u otras partes de este sistema complejo, no se produzcan efectos no deseados a causa de flujos acuíferos de salinidad inadecuada en los áridos de piedras y barro encima de la estación.

Este es sólo un ejemplo de los diferentes aspectos de la obra en la que están empeñados los obreros que trabajan en esa gran excavación a la que me acerqué este viernes pasado.

Hombres y barro. Foto R.Puig

Hay que tener también en cuenta que se está excavando en una zona de importante valor histórico, justo en el flanco norte de la iglesia de Haga, un templo de 170 años de antigüedad, construido con ladrillos y piedra caliza, de estilo anglicano.

De ahí que se monitoricen otras aspectos importantes como las vibraciones del terreno, las posibles variaciones de nivel y el riesgo de inclinaciones o desplazamientos de edificios de la zona, en especial del más cercano a la obra, la citada iglesia, situados sobre la estación subterránea.

Eppur non si muove… Foto R.Puig

Los dos especialistas que vemos en la foto vigilan cualquier variación en la estabilidad del templo que pudiera causar deformaciones, inclinaciones o fisuras a causa de la obra. Se emplean sistemas específicos de inclinometría del suelo, clinometría, extensometría y otros que utilizan el SAR (Synthetic Aperture Radar).

Por si se mueve, mediciones junto a la Biblioteca Central de la Universidad. Foto R.Puig
Por si se mueve, en el parque de la Plaza de Haga. Foto R.Puig

La zona es de un gran valor arquitectónico e histórico y se sitúa a caballo del barrio decimonónico y de arquitecturas eclécticas de Vasastaden, “la ciudad de Vasa” o Vasastan, y el de Haga, con su antiguo templo y sus casas tradicionales de madera con fundamentos de piedra, con orígenes documentados en el siglo XVII.

En la imagen siguiente se aprecia la sección longitudinal de la estación subterránea de Haga, que abarca desde el subsuelo de la Escuela de Comercio (Handelshögskolan) por el sur hasta el canal de Rosendlund por el norte, con la iglesia de Haga (Hagakyrkan) en el centro:

Sección de la estación de Haga. Zona ocre : roca. Zona en amarillo: barro. Fuente www5.Göteborg.se

El acceso a la estación, el situado junto al canal, tendrá este aspecto en 2026, cuando se terminen las obras del Västlänken :

Frente a la iglesia de Haga. Fuente Stadsutveckling Göteborg

En esta sola zona del Västlänken conté el viernes hasta cinco enormes máquinas de perforación.

Se perfora. Foto R.Puig

La ciudad vibra de vez en cuando con las explosiones de las voladuras de rocas, precedidas por los sonidos de las sirenas de advertencia. Al escucharlos cruzamos los dedos, esperando que este ingente proyecto tenga un buen fin y cumpla las promesas que han acompañado su campaña de promoción, no exentas de un animado debate político y ciudadano y de movimientos de oposición al mismo.

Los defensores del medio ambiente se esfuerzan entre otras cosas por que no se desarraiguen más árboles…

¡Déjadme vivir!… Foto R.Puig
…¡Parad el Västlänken! Foto R.Puig

Mientras que los trabajadores de la obra, ajenos a las polémicas, se afanan bajo tierra o luchan con la roca en medio del barro

Hombres y barro. Foto R.Puig

Las instituciones públicas empeñadas en esta ingente labor, junto con las numerosas empresas involucradas en su compleja y multidisciplinar estructura, ponen a disposición de quien se interese por ella extensos documentos, en los que se analizan y explican hasta los últimos detalles técnicos y los diversos estudios de impacto. Para este artículo de mi blog me he sumergido en ese mundo en el que soy profano, leyendo en particular el dedicado a la estación de Haga y a su entorno, que aunque esté en sueco incluye planos e imágenes de gran interés para quien quiera echarles un vistazo.

No obstante, también se han difundido muchos textos divulgativos en la web, que incluyen imágenes de cómo se espera que queden al final del proyecto los barrios de Gotemburgo por donde avanza el lumbricus magnus .

Entorno futuro frente a la iglesia de Haga. Fuente Stadsutveckling Göteborg

En esta barrio se espera una futura y frondosa repoblación arbórea, vías y puentes exclusivamente peatonales y para bicicletas, eliminación del tráfico alrededor del parque de Haga con la excepción de la silenciosa circulación de tranvías en superficie, así como la facilitación del desplazamiento por tren subterráneo hacia el norte, el sur y el este de Gotemburgo desde una ultramoderna y luminosa estación subterránea

Aspecto futuro de la estación subterránea de Haga. Fuente Luco.se

En definitiva se confirma que los seres humanos seguimos oscilando entre la materia más ingrata

Materia. Foto R.Puig

y los sueños que con ella fabricamos.

El futuro. Fuente www5.Göteborg.se

Dicho de otra manera:

Con los gusanos de la tierra el poeta fabrica ropajes de seda

Wallace Stevens

Sepa el amable lector que ya traté del Västlänken en Lumbricus magnus (1) y Lumbricus magnus (2)

Transición

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Poda invernal en Trädgårdsföreningen (Sociedad de jardines) de Gotemburgo. Foto R.Puig

Congelati

Hace poco más de una semana la ciudad estaba cubierta de nieve, la temperatura bajo cero. En el parque de “La sociedad de jardines” de Gotemburgo un jardinero daba miles de cortes a algunos de sus árboles centenarios, es la poda que se realiza al final del invierno..

A la entrada del parque, “Primavera”, venus impávida y desnuda bajo el imperio blanco, aguardaba la llegada del deshielo.

“La primavera”, escultura de Gunnar Nilsson, 1950. Trädgårdsföreningen . Foto R.Puig

Niños y adolescentes disfrutaban de la nieve

Escultor en ciernes. Foto R.Puig
Foto R.Puig

y no éramos muchos los adultos que atravesábamos el parque, frío en rostro, bajo el viento helado de febrero.

Frente a la “Palmhuset” (el vivero) del parque. Foto R.Puig

Algún romántico había dejado la señal efímera del símbolo universal del amor,

La flecha de Cupido. Foto R.Puig

y las palomas, sin discordias, compartían territorio con los grajos.

Foto R.Puig

Festivi

Y ahora, de repente, tras poco más de siete días no queda rastro de la nieve y una pareja de pinzones reales se contonea no muy lejos de ahí

Pinzones reales (“pinzón de Darwin”). Fotos R.Puig

En el parque de la Trädgårdsföreningen el troll hassel (avellano duende o witch hazel de la familia de las hamamelis) es el primero en exhibir su brotes rojos

“Troll hassel” rojo. Foto R.Puig

o amarillos

“Troll hassel” amarillo. Foto R.Puig

Este arbusto nunca falta a la cita con Primavera, a la que vemos vestida de sus galas campesinas; pronto sustituirá con flores y con frutos las ramas ya secas de sus canastas de mimbre

Primavera festiva. Foto R.Puig

Operosi

Ya de vuelta a casa, saludamos a un histórico inventor quien, ajeno al cambio de estaciones, ajusta incansable los mecanismos de sus famosas invenciones, sin dignarse respondernos.

Monumento a Christopher Polhem. Foto R.Puig

Christopher Polhem dedicó muchos años de su longeva existencia a revolucionar la mecánica industrial. Este “padre de la ingeniería sueca” fue un profesor sabio que dejó su impronta en diversos países europeos, e incluso en Turquía.

Florentes

No obstante, no quiero despedirme bajo su adusto ceño… así que ¡coronémosnos de flores!

Sanguina

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El otoño cubre de colores los árboles de hoja caduca en los bosques y parques de gran parte de Europa. Es un proceso que a menudo empieza por los amarillos en sus diversas tonalidades, triunfa con los rojos de sangre y culmina con los marrones y los ocres. Progresivamente las hojas en esas tonalidades crean alfombras multicolores sobre las praderas silvestres y los céspedes urbanos.

Cerca de casa hay varios parques. A la entrada de uno de ellos, el de la «Sociedad de los jardines» (Trädgårdsföreningen) hay una escultura de la Primavera que pacientemente acepta al principio del otoño la paulatina invasión de las hojas moribundas.

Sobre los caminos del parque el pantone (*) vegetal va plasmando sus colores.

No muy lejos en el Vasaparken asistimos a la misma evolución y paulatinamente la sanguina se va abriendo paso

.

La técnica de la sanguina

Por esas asociaciones que el recuerdo nos trae, he pensado en los dibujos de Leonardo Da Vinci, de quien en estos días estoy leyendo el estudio biográfico que le dedicó Robert Payne (**) en 1978, libro que ha caído hace poco entre mis manos en la librería de viejo (bok antikvariat) de mi barrio.

Son muchos los artistas que han dibujado a la sanguina pero me voy a limitar a algunos admirables dibujos de Leonardo y a los hallazgos propuestos por Payne a propósito del rostro de aquel hombre que señala con pasión como

el padre de la era moderna: el visionario inventor de máquinas, el estudioso de las corrientes de agua, de la fuerza que proviene de las aguas y de los vientos y del sol y las lentes incendiarias. Aquél que consideró al hombre como el señor de la naturaleza, el conquistador de los recursos de la tierra. El que en el silencio de la noche, escribiendo en sus inacabables cuadernos de notas, invocaba al futuro, hasta el punto de que nosotros seamos simples sueños de su mente desbordante.

(…)

Esa enorme ave extendió sus alas y voló más y más lejos y más arriba de lo que cualquier hombre antes había volado, e incluso hoy nosotros volamos a su sombra.

.

conclusión de la obra de Robert Payne (pág.307) sobre Leonardo Da Vinci

A mi modo de ver lo más sobresaliente de esta obra del escritor inglés, además de la enorme cantidad de fuentes que estudió para su trabajo y de museos que visitó, son las hipótesis que entonces planteó sobre la fisionomía del genio, a quien siempre se había atribuido un rostro que, según Payne, es en realidad el rostro de Piero da Vinci, padre del genio del Renacimiento.

Por varias razones que en la obra se exponen, el famoso retrato de un anciano que muchos siguen pensando es el del artista, no es el suyo, sino que sería el de sus padre. En todo caso la cuestión sobre el rostro verdadero de Leonardo Da Vinci se sigue debatiendo.

Ya en 1978 el historiador ingles se inclinaba por considerar que otro retrato a la sanguina de la Colección del Windsor Castle atribuido a Francesco Melzi o al mismo Leonardo, su maestro, es el el más fidedigno. No obstante, en su libro se reproduce una versión casi idéntica de la Pinacoteca Ambrosiana de Milán.

Siguiendo con sus hipótesis, piensa que Leonardo, a la edad de veintinueve o treinta años, se habría retratado en el lateral inferior derecho de su obra La adoración de los magos.

Y es más, citando una obra sobre los dibujos de Leonardo de Louis Desmonts (***) opina que hay un retrato en la colección de El Louvre que se sospecha sea un autorretrato de Leonardo en su madurez.

Concluyendo las hipótesis barajadas por Robert Payne en 1978, la cuarta posibilidad que reproduce en su obra es un «probable retrato hecho en un cuaderno de notas por uno de sus alumnos».

Sea como sea, hemos comenzado aquí por los colores de las hojas de los árboles de Gotemburgo en otoño, para seguir con los dibujos a la sanguina de Leonardo Da Vinci y finalizar esta entrada con las hipótesis de Robert Payne sobre el verdadero rostro de aquel genio. Esas cuatro hipótesis corresponden respectivamente a retratos a la sanguina, al óleo, al carboncillo y a la tinta negra (de esta última no cita en qué archivo o museo está el cuaderno al que alude).

***

Por mi parte, colorín colorado, mis divagaciones por hoy han acabado y espero no haberme desbocado.


Notas:

(*) En 1963, se desarrolló el sistema Pantone (que significa «todos los colores») que estructuró la definición técnica precisa de los colores. Gracias a este sistema, los diseñadores gráficos pueden ver exactamente, por ejemplo, cómo se vería el “amarillo” u otro color en el papel y así proporcionar al impresor el número Pantone para asegurarse de obtener la tinta deseada.

(**) Robert Payne, Leonardo, London, Robert Hale, 1978, 344 páginas.

Robert Payne (1911-1983) fue historiador prolífico novelista, poeta y biógrafo, en resumidas cuentas un infatigable polímata inglés, al que da gusto leer.

(***) Louis Desmonts, Drawings by Leonardo Da Vinci, Paris, Albert Morancé, 1922 (no he podido encontrar algo sobre este autor)

(****) El «rearing horse» es uno de los bocetos de caballos de la colección del Windsor Castle que Leonardo dibujó para el enorme cuadro, no acabado y hoy desaparecido, de la Batalla de Anghiari.

Las Colecciones Reales británicas albergan 563 dibujos y notas de la mano de Leonardo Da Vinci y 190 documentos, incluidos también notas y dibujos, que se refieren a su obra.

Fuente: Royal Collection Trust.

¡Feliz Año Nuevo 2024!

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Es hoy el último día del año 2023. Como todos los años ha incluido hechos felices y sucesos tristes, alegres y trágicos, celebraciones y conflictos.

Para la inmensa mayoría habrán sido meses, semanas, días, horas y minutos que no llamaron la atención de periódicos, radios, televisiones, ni siquiera de los «social media», que anodinos o destacados son ya parte de nuestras vidas y puede que, sin ruido, valiosos y significativos para cada uno de nosotros.

La verdad es que también en esta última semana he visto cosas que podrían recordar lo que a veces olvidamos: 

que conviene tomarse las cosas con calma, lo que ayuda a prolongar la vida…

que es bueno mirar el mundo con altura de miras, lo que nos fortalece para afrontar vientos adversos que no faltan…

y que lo que nos hace mejores suele estar cerca de nosotros…

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